Periferia, circunferencia (el contorno de un círculo, que es el sentido original de la palabra griega  peripheria) o contorno de cualquier figura curvilínea

Hace tiempo que venimos hablando de la necesidad  de descentralización  en el ámbito de la gestión cultural, así como  la problemática de infravalorar  aquellas iniciativas, actividades,  estructuras  y espacios culturales que ayudan a favorecer el crecimiento cultural de la población y que habitan en el círculo que circunscribe las capitales de las distintas comunidades autónomas. Es decir la denominada  actividad cultural periférica.

La elaboración de planes de proximidad con acciones culturales desarrolladas en  las periferias y barrios para favorecer el acercamiento a la ciudadanía que vienen practicando algunas administraciones públicas en el  ámbito local y en los últimos años, sin duda alguna están sirviendo para esta descentralización y al mismo tiempo localización de los procesos de creación artística y acción cultural.

El hecho de desarrollar programas formativos desde los teatros e infraestructuras escénicas locales en colaboración con los centros docentes, bibliotecas y espacios destinados a la cultura, así como con asociaciones, colectivos y compañías residentes en los barrios o distritos que se vinculan a las capitales autonómicas,  están contribuyendo a una notable democratización de la cultura con unas consecuencias y efectos que inciden directamente en el desarrollo sustentable del tejido cultural.

Además, la optimización de  los recursos que ofrecen las infraestructuras culturales se hace cada vez más, si cabe, obligada. No debemos olvidar el coste que genera el mantenimiento de estos espacios y además la inversión que se ha venido realizando en materia de dotación técnica en estos centros y edificios para la actividad cultural.

Por esto los programas para artistas en residencia cobran cada día más sentido, podríamos situar perfectamente a las propias compañías residentes como gestores culturales por un determinado momento, imaginémonos algo que aunque pueda parecer disparatado no está tan lejos de convertirse en una práctica habitual y absolutamente viable:

  • Por ejemplo, que un colectivo residente pudiera utilizar el espacio cultural   para la creación de su proyecto artístico, aportando a dicho centro un carácter innovador, al que ha sido ajeno por las  limitaciones (en la mayoría de ocasiones)  por los criterios de programación. Estos coinciden excesivamente con la de los teatros céntricos,  con los que compiten de forma innecesaria.
  • Si, además, al mismo tiempo, estos colectivos residentes pudiesen desarrollar programas formativos para la población del entorno próximos  donde se ubican los espacios culturales, estaríamos contribuyendo a sacar el máximo rendimiento a una propuesta cultural innovadora y cercana a la gente .
  • E incluso si pudiesen asumir labores de programación puntualmente uno o dos días a la semana con actividades formativas o alguna representación donde la taquilla  o la cuota de los participantes al taller o curso fuese íntegramente destinada a la financiación del proyecto artístico de este colectivo, asociación o iniciativa cultural del vecindario, entonces;

Estaríamos ante un modelo que reforzaría el tejido creativo, empresarial y asociativo. Que ayudaría una democratización y puesta en valor de la cultura en los centros periféricos haciéndolos más asequibles y cercanos a la ciudadanía.

Juan Nicolás, gestor cultural en CXC. Ha dirigido espacios públicos de creación contemporánea, impulsor de diversos proyectos educativos y ha elaborado programaciones para diversos festivales de creación escénica contemporánea.